lunes, 20 de julio de 2015

¿Para qué? La independencia de Catalunya o una España en común.

En la formación para obtener la certificación internacional de coach, una de las primeras lecciones es conocer el valor de las preguntas y su capacidad para colocar a las personas en distintos procesos mentales. Se puede comprobar en dos preguntas que en apariencia parecen similares en la forma y sin embargo colocan a quién responde en direcciones temporales opuestas. Me refiero a ¿por qué?  y ¿para qué?.

El “por qué” lleva a buscar explicaciones históricas o  justificaciones condicionantes. El “para qué”, en cambio, nos lleva a un pensamiento totalmente diferente, nos despierta y traslada al futuro. El “por qué” suele ser más fácil de responder, es mirar atrás para encontrar las causas que nos han conducido a este momento. El “para qué” nos coloca en un espacio creativo que responde a un propósito, a  una razón de ser.

Precisamente en la respuesta a estas dos preguntas se observa el hábil y profundo cambio que Artur Mas ha imprimido en los últimos meses en su mensaje a los ciudadanos en entrevistas y discursos. Ha pasado de argumentar la independencia de Catalunya centrada en un mensaje cargado de razones pasadas, de identidades y derechos históricos, a un mensaje centrado en la respuesta a la pregunta de "para qué" la independencia. No hay por ello conferencia, entrevista o discurso de Artur Mas que no esté lleno de referencias a esa futura Catalunya independiente semejante a Dinamarca, Austria, Finlandia, incluso Israel, en innovación, Estado del Bienestar, educación, formación profesional, estructura industrial, o al I+D. 

Un mensaje que le permite a quien ha gobernado durante décadas Catalunya (y en parte, con su voto a los diversos gobiernos, también España), justificarse y deshacerse aparentemente de sus responsabilidades sobre las muchas y graves deficiencias y retrasos que padece hoy Catalunya en todas estas y otras materias. Justificación que obvia toda responsabilidad de las clases dirigentes catalanas en los déficits en medio ambiente, atención a la dependencia, formación profesional y educación, en el elevado desempleo, la deficiente estructura industrial o el retraso en I+D y, por supuesto, también en la corrupción, al presentar cuestiones tan graves como si su única razón estuviera en que los catalanes no hayamos podido desarrollar nuestras potencialidades de autogobierno al estar condicionados por el Estado Español. 

Ahí reside hoy la fuerza del discurso de Mas y a la vez la debilidad de aquellas fuerzas políticas que se oponen a la aventura de la independencia, dado que hasta hoy éstas solo han sido capaces de confrontar y oponerse desde el "por qué", casi exclusivamente desde razones jurídicas y constitucionales o de viabilidad que, por muy lógicas y racionales que puedan ser, nunca tendrán la fuerza que sería capaz de generar si respondieran al "para qué", con la visión y el proyecto de una Catalunya real y posible en una España renovada y moderna, capaz de respetar y explotar todas sus fortalezas de nuestra riqueza y pluralidad en Europa y en el mundo global. 

Responder a la propuesta de la lista de Artur Mas desde la visión de la pregunta "para qué seguir juntos Catalunya y España” y poder responder desde la defensa de un sólido, rotundo y posible proyecto de una España reformada y mejor que permita transportar y movilizar a todos aquellos ciudadanos y ciudadanas catalanes y españoles que defienden una sociedad más justa y un país con mejor formación, con más y mejor empleo, con mejor Estado Social, más industria e  I+D, etc.

Ahí esta hoy el campo de confrontación de propuestas y discusión entre el si y el no a la independencia de Catalunya que propone Artur Mas. La confrontación no está entre aquellas fuerzas que defienden el derecho a decidir y la soberanía y las que no, esta lección o esta pantalla, como se dice hoy, pertenece al pasado curso o en todo caso el examen no es en este septiembre. 

Hoy el dilema está entre quienes apuestan por estar juntos o separados, en común o no. El debate real está, se quiera o no reconocer, en el sentido plebiscitario del próximo 27 de septiembre y más allá de las leyes y legalidades. ¿Quien será capaz de responder y emocionar desde la misma pregunta del  "para qué"?.