jueves, 1 de octubre de 2015

El conflicto de Valeo y el valor del sindicalismo

Serán muy pocos los ciudadanos de Catalunya e incluso del resto de España que hoy no sepan que Valeo Martorelles está en lucha desde que el 24 de julio la multinacional francesa Valeo (una de las principales fabricantes mundiales  de componentes para automóviles con 130 plantas y 70 centros de I+D+i  y con cerca de 70.000 trabajadores directos repartidos en 26 países) les comunicó su decisión de trasladar la totalidad de la producción y a la mayoría de sus trabajadores a la otra  factoría que tiene en Zaragoza, y con ello el cierre de su centro de trabajo.

Se conoce este conflicto no por que afecte a miles de personas, ni por ser una empresa con una marca de consumo, lo que siempre ayuda a darle notoriedad e incluso permite generar la presión hacia la empresa por parte de sus consumidores que se solidarizan con los trabajadores afectados. No, la notoriedad de este conflicto se la da el coraje de esos pocos trabajadores y trabajadoras.

El conflicto de Valeo es la respuesta de esos 257 trabajadores y trabajadoras a una decisión empresarial que han entendido como un ataque frontal a sus derechos y una clara vulneración de las garantías laborales que tienen pactadas con la empresa en acuerdos vigentes. Como en todos los conflictos, cada parte juega sus cartas. Y estos trabajadores han entendido que las suyas están en la unidad, la movilización, la solidaridad, y en la negociación. Y por ello, durante todo el mes de agosto y septiembre están en huelga, al tiempo que han desplegado una frenética actividad informativa que ha conseguido llevar sus razones al conocimiento de otros muchos trabajadores y trabajadoras de otras empresas y al conjunto de la sociedad, y tejer un fuerte apoyo solidario a su causa.

Todo ello sin dejar de exhibir con orgullo su afiliación y militancia sindical, en este caso mayoritariamente a CCOO. Porque no hay comparecencia pública, rueda de prensa o asamblea, que no haga evidente el protagonismo de los sindicatos. Un hecho que resalta, porque se contrapone a esa tendencia, últimamente bastante extendida en algunos conflictos laborares similares, que intenta disimular el papel de las organizaciones sindicales porque sus protagonistas creen que es más fácil ganar simpatías y llegar mejor a la sociedad si se presentan desde la plataforma exclusiva del comité de empresa, escondiendo las siglas y pancartas de los sindicatos aunque el peso de la dirección, asesoramiento e incluso los costes recaigan en las estructuras de éstos.

Contradiciendo este prejuicios, durante estos meses los trabajadores y trabajadoras de Valeo, con el reconocimiento del protagonismo sindical, están recibiendo el apoyo de miles de personas y también de destacados líderes políticos que se han acercado a la puerta para demostrar su solidaridad, como Joan Coscubiela, Lluis Rabell, Miquel Iceta, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Oriol Junqueras, David Fernández, … También han pasado todos los alcaldes y concejales de la comarca, algo que ha dado visibilidad pública al conflicto y calor a sus protagonistas para seguir en su lucha en busca de una solución  razonable.

Loa trabajadores de Valeo también han podido comprobar lo poco que ha hecho, más allá de las buenas palabras, el gobierno de la Generalitat al que han reclamado compromiso e intervención a favor de su causa. Saben también que pueden seguir esperando la respuesta a su reclamación de que el President de la Generalitat viaje a Paris para entrevistarse con el máximo responsable de la multinacional francesa. Porque la cruda realidad es que ni Artur Mas ha ido a Paris, ni parece muy previsible que Mr. Jacques Aschenbroicha, presidente de Valeo,  tenga previsto viajar a Barcelona para ver a Artur Mas en estos días. 

El conflicto de Valeo se resolverá, y seguro que bien. No puede acabar de otra manera si atendemos a la inteligencia demostrada por las personas que protagonizan y dirigen el conflicto y las negociaciones. Y los trabajadores podrán decir “¡nos lo hemos ganado!, con razones, movilizando y negociando”. Y por esto, nadie más que ellos, junto con los miles de personas que han desplegado su solidaridad y sus sindicatos, podrá apropiarse del resultado de su sacrificio, que ha sido mucho, defendiendo nuestros derechos. 

Pero es  necesario y útil saber, porque es otra enseñanza de esta larga y dura lucha, que su organización y su buen seguro resultado final, no son fruto de la improvisación. Lo es de años de trabajo sindical en una empresa fuertemente sindicalizada, con altísimos (más del 70%)  niveles de afiliación, cuyos trabajadores han sido un ejemplo de compromiso y solidaridad con otros conflictos laborales y sociales. 

Por todo esto el conflicto de Valeo es un buen ejemplo. También una eficaz respuesta a tantos y tan interesados cantos del cisne sobre el final del sindicalismo cuando éste es más necesario que nunca.


miércoles, 16 de septiembre de 2015

27S: Romper la espiral de silencio, ¿o ya es tarde?

El pasado día 9 de septiembre Manel Manchón, director de Economía Digital, escribía un breve artículo titulado Borrell y la espiral de silencio en Cataluña. En él apuntaba que una parte muy relevante de la sociedad catalana ha estado prácticamente ausente del debate político sobre el sí o el no a la independencia, y ha renunciado a organizarse, a buscar coincidencias, a debatir y contestar con propuestas y argumentos a quienes  impulsan el proceso para conseguir la independencia de Catalunya.

Algo parecido apuntaba Francesc de Carreras hace ya dos años desde una tribuna en El País titulada Cataluña: La espiral del silencio, en la que también llamaba la atención sobre el hecho de que tantas personas y colectivos que ven la independencia como un gravísimo error desde su escala de valores, ideología, o incluso por los intereses que defienden, permanecieran en silencio y ausentes del debate que ha sido casi exclusivo en Cataluña.
Alguna explicación se puede encontrar en el libro, citado en ambos artículos, de la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neuman, La espiral del silencio, que recoge un trabajo científico en el que sostiene lo que, en parte por intuición y experiencia, ya sabemos: siempre ganan las opiniones de aquellos colectivos que tienen energía, entusiasmo e ilusión para exhibirlas en público, porque se sienten formando parte de la corriente mayoritaria y, por ello, de la normalidad.

Por el contrario, nos dice Noelle-Neuman, cuando nos damos cuenta de que nuestras opiniones están perdiendo terreno perdemos seguridad en nuestras ideas y con ello tenemos menos disposición a expresarlas en público para defenderlas.
Por esa espiral del silencio o por otras razones más sofisticadas, hemos vivido una clamorosa e irresponsable ausencia de debate. Esto ha provocado que, si medimos el estado anímico, moral y la ilusión de cada equipo la campaña electoral del 27S se inicia, por incomparecencia de una de las partes durante los tres últimos años, con una ventaja de 5 a 0 a favor de las opciones independentistas.
Seguro que en un futuro historiadores y sociólogos estudiarán la influencia de esos largos y extendidos silencios y esos dobles lenguajes de tantas personas y  personajes públicos, de tantas organizaciones económicas y sociales que tenían y tienen tanto que decir en el devenir de los acontecimientos que nos esperan.

Estudiarán qué hubiera sucedido si no hubieran relativizado o incluso dudado de que algún día se pusieran en marcha las iniciativas que el President Artur Mas ha ido anunciando y reiterando, estación tras estación, que seguimos hacia adelante, que nada nos parará, que "más madera" porque ya se apartarán ellos. 
Muchos catalanes y catalanas nos preguntamos dónde estaríamos si hubiéramos aceptado hace meses el debate cara a cara, sin complejos, recogiendo el guante de asistir a la cita de los argumentos, las razones y las supuestas bondades de la ruptura con España, de sus consecuencias y  efectos derivados o, como hoy nos advierten autorizadas y documentadas voces, sobre su inviabilidad. 
Qué distinto sería si hubieran salido al debate y la confrontación de ideas esos valiosos argumentos y datos que se están esgrimiendo a pocas semanas de la cita electoral. Qué útiles habrían sido durante este largo periodo de juego en solitario de las posiciones favorables a la independencia. Un tiempo en el que han ido calando como verdades, pero que están siendo seriamente cuestionadas por una batería de informes, artículos, libros, leyes, datos y estadísticas que se están publicando en estos últimos días y que nos advierten, contraponen, rebaten y desmienten esas verdades que hasta hoy eran aceptadas de forma acrítica, por no decir ingenua, por la mayoría de la sociedad catalana.
Es también el silencio de muchos la ventaja más importante que han disfrutado los partidarios de la independencia, y no solo la audacia de su líder. Porque sin la espiral de silencio hoy no estaríamos aquí, esperando el choque de trenes. 


martes, 8 de septiembre de 2015

Los pitos a Gerard Piqué ¿de verdad que es sólo futbol?

George Orwell, “el fútbol ... es la guerra sin disparos”.

En una cafetería de Madrid, donde solía desayunar habitualmente de lunes a viernes durante los años que he ejercido la responsabilidad de Secretario General de la Federación Estatal de Químicas y Textil de CCOO,  esta mañana entré a tomar mi cortado. El camarero, con el que me une una cordial relación, conversaba con dos parroquianos en la barra. Al verme, conociendo que soy catalán y seguidor del Barça, con un gesto de hospitalidad elevó la voz para que me incorporara a su amigable conversación. 

Sí, afirma rotundo, y asienten a la una los dos caballeros, ‘se lo tiene merecido, porque él tampoco respeta el himno de España y pitan al Rey. ¿No dicen que es libertad de expresión? Pues eso’. Y me preguntan,  ‘¿o no es así?’. Me hago el sueco y pregunto ‘¿de quién habláis?’ ‘De Piqué hombre, del independentista, que si no quiere ser español que no juegue en la Selección’. 

Yo pregunto ‘¿pero ha dicho él que no quiere ser español?’ Y la respuesta es contundente, ‘Sí, siempre que conquista un título se envuelve en la bandera catalana’. Y vuelvo a preguntar con sorna (creo que también  con cara de gilipollas, como sin darme cuenta de la carga de esa respuesta).:‘¿Y Pedrito, con la bandera de Canarias o Villa con la Asturiana? Hasta hace poco eran incluso del mismo equipo que Piqué y las pasearon juntos en los estadios’. La respuesta, y ahí está la carcoma a la convivencia, fue clara: ‘No, no es lo mismo, donde vas a parar’. Y ahí nos quedamos: ni ellos quisieron acabar la frase ni yo quería oírla.

Efectivamente, no es lo mismo, y ahí está el fondo del problema: el que día a día, unas veces con cosas serias y otros, la mayoría, con tonterías y provocaciones, se va cargando la caldera. No es lo mismo que Piqué se envuelva con la bandera catalana, no una “senyera estelada”,  ni  que nadie le haya oído decir que no sienta los colores de la selección española. Ni por supuesto tampoco se le ha oído silbar al himno de España. Da igual, el clima lo propicia e incluso en parte lo necesita  y así a  las redes sociales  les permiten soplar las brasas para que suba el fuego. 
Es indudable que si el objetivo de aquellos que organizaron la masiva  pitada del himno de España en el Camp Nou era cavar un metro más de zanja de separación, francamente lo consiguieron ya que ofendieron a muchas personas amigas de otras comunidades, de igual forma que  ofendería a otras  muchas  personas que se  silbara el Segadors por innecesario. Igual que a esos aficionados que el sábado 5 de septiembre, con parecido tesón en el estadio de Carlos Tartiere en Oviedo, pitaron a Piqué, un profesional que estaba representando a España, no por sus fallos y errores en el campo, sino por lo que ellos sabrán, también han conseguido cavar  otro metro más en esa zanja.

Porque el verdadero problema,  no está en lo que puedan decir los diferentes dirigentes políticos, ya que hoy pueden decir digo y mañana Diego, puesto que siempre estará el margen de negociación,  que es parte de su profesión. Lo más  preocupante es que nos está saliendo a la luz, ya sin complejos,  lo "mejor" de nuestra forma cainita de resolver y debatir nuestras diferencias y gestionar los conflicto, ahí está nuestra historia política y social para recordárnoslo. 

Sé que está lejos, que no tiene nada que ver, sé que solo mencionarlo se puede considerar una exageración y un grave error, incluso alguien puede considerarlo un insulto, comparar la realidad que vivimos con la vieja Yugoslavia. Lo sé, pero me viene a la memoria, será por el balón de cuero, la historia de aquel partido de fútbol del 13 de mayo de 1990 celebrado en el estadio de Maksimir de Zagreb, días  después de que ganaran  las primeras elecciones multipartidistas celebradas en la república yugoslava los partidarios de la independencia de Croacia. Los seguidores de los dos equipos Los Delije de la Estrella Roja de Belgrado  y los Bad Blue Boys del Dínamo de Zagreb  llenaron las gradas del estadio y los seguidores del Dínamo entonando cánticos nacionalistas  fueron respondidos con insultos por los aficionados del Estrella Roja.

Los enfrentamientos se trasladaron al terreno de juego y "se desató el infierno”.  Al final, casi no se podía ver el césped ya que todo estaba cubierto de  ladrillos y escombros  de las gradas. Zvonimir Boban, futbolista del Dínamo, que sólo tenía 21 años, vio que un agente de la policía apaleaba a un hincha local,  le  dió una patada al policía  lo que permitió escapar al seguidor croata. La muchedumbre empezó a corear “Boban, Boban” y esa patada le convirtió en un héroe nacional y un símbolo croata.

Lo que sucedió un año después de ese partido, en la primavera de 1991, está en la memoria de muchos de nosotros, y quién no lo conozcas o no lo recuerde, puede buscar en los libros de historia. Y para acabar,  lean por favor el artículo: Trampas y 27S, de Jordi Évoleen el Periódico de Catalunya del 7 de septiembre, no exagera de verdad.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Solvay Martorell, Sr. Ministro de Industria, inténtelo por favor, el esfuerzo vale la pena.

Joaquím González Muntadas
Director de Etica Organizaciones SL


Cuando desde el año 2007 llevamos destruidos más de la cuarta parte de nuestro tejido industrial, ya no hay institución política económica, social o científica que no reclame con urgencia la necesidad de potenciar nuestra industria, más de lo que hemos hecho en décadas pasadas. Que no entienda que la posibilidad de afrontar o no la salida sana y robusta a la grave crisis que padecemos, dependerá del éxito o del fracaso que tengamos en la necesaria reindustrialización y en el cambio del modelo productivo. 

Ante esta necesaria recuperación del sector industrial es de mucho interés analizar la Industria Química Española para resaltar su ejemplo, por la capacidad de respuesta que ha demostrado. Se ha convertido en un sector determinante de nuestra economía y por ello un sector industrial a cuidar, mimar y potenciar. Y a imitar en muchos de sus comportamientos, tanto en el terreno de la innovación, la internacionalización y la creación de alianzas, como en sus esfuerzos por la  sostenibilidad. También por su sólido y avanzado sistema de relaciones laborales sustentado en el Convenio General de la Industria Química, renovado el pasado mes de julio.  

Las cifras de la evolución de la Industria Química Española hablan por sí solas: 56.400 millones de euros de negocio en 2014, lo que ha representado un incremento del 13% en su contribución al producto industrial bruto; es el segundo sector industrial con mayor valor añadido tras la Industria de la Alimentación, y ha realizado unas ventas al mercado exterior de 32.000 millones de euros.

Una industria cuya continuidad y mejora dependerá, en primer lugar, de las propias empresas y grupos industriales químicos, nacionales y multinacionales. Pero también dependerá de otros muchos factores sobre los que tienen mucho que decir y hacer los poderes públicos, autonómicos, nacionales y europeos, porque de su gestión y de sus políticas depende la necesaria mejora de las infraestructuras, del transporte y la logística. De los poderes públicos depende la regulación de la gestión de los residuos y que los marcos regulatorios sean o no previsibles y estables. De manera muy particular, de la política de los gobiernos depende la posibilidad de remover o no los obstáculos que pueden dificultar la consecución de unos costes energéticos que permitan mejorar la competitividad de nuestra industria en general, y, de forma muy particular, de aquellas  industrias de gran consumo energético. 

Mucho depende de la política del gobierno, de su voluntad de atender y cuidar, o no, las actuales dificultades que padecen algunas empresas industriales que tienen su futuro seriamente comprometido por los costes energéticos. Un caso especialmente ejemplificador, por su dimensión y posibles graves consecuencias, será su intervención en relación con la urgencia que se plantea para resolver los problemas que está padeciendo hoy Inovyn-Solvay en Martorell, una empresa de referencia en la industria química española. 

Solvay es una fábrica con más de 40 años de actividad que hoy tiene su futuro gravemente comprometido por una cuestión meramente administrativa. Sin que de su gestión se haya derivado perjuicio alguno, ni para el sistema eléctrico, ni para la administración, ni para los ciudadanos, incomprensiblemente la Resolución del Secretario de Estado de Energía la excluye de la interrumpibilidad en 2015 y en 2016.

¿Qué es la interrumpibilidad eléctrica para las industrias grandes consumidoras de electricidad de este país? Pues es un sistema por el cual, a cambio de estar sujeto a la posibilidad de dejar de consumir grandes cantidades de energía de forma inmediata, se recibe un descuento importante en la factura eléctrica. Con ello se posibilita a las industrias que son grandes consumidoras de energía tener un coste eléctrico más competitivo, aunque resulte todavía superior al de los principales países europeos (Alemania, Francia,…).

Ahora, más allá de circulares administrativas,  la  pregunta es muy clara. Y la respuesta urgente que se  precisa, como reclaman los trabajadores de Solvay, debería ser todavía más clara si cabe, ¿Cómo va a evitar ahora el Ministro de Industria que una empresa, sólida y líder del sector químico, se cierre? Y con ello, ¿cómo va a evitar la pérdida de 500 puestos de trabajo directos y los más de 2.000 empleos indirectos? Éste es el grave riesgo que denuncian con contundencia los representantes sindicales de una plantilla acostumbrada a la lucha diaria y a grandes esfuerzos, que ha sido un ejemplo en el sindicalismo europeo por maduro e innovador desde 2007 para conseguir mantener su empleo y la fábrica operativa en los perores momentos de la grave crisis económica que hemos vivido.

Y aún más grave si cabe. ¿Cómo vamos a atraer nuevas inversiones a nuestro país, con más de un 22% de tasa de paro y tan necesitado enla Industria en general y particularmente en la Química, con precedentes como el que puede padecer Solvay? 

La otra pregunta que deberíamos hacer a los máximos responsables del Ministerio de Industria es si, más allá de las continuas declaraciones de apoyo a la industria, entienden que Política Industrial es la acción política dirigida a apoyar que las empresas y los sectores se doten de capacidades y recursos que les permitan competir y afrontar la evolución de los mercados. Porque si así fuera, es de esperar que con urgencia éstos sean capaces de encontrar una solución que evite el cierre de una industria con un sólido presente y un futuro prometedor. 

Inténtelo por favor Señor Ministro, el esfuerzo merece la pena. 


lunes, 31 de agosto de 2015

Alemania, ¡qué envidia!

Mafalda: "qué mal está el mundo, suerte que está tan lejos".

A primeros de agosto, la Unión Europea y sus 28 Estados Miembro fueron incapaces de repartir los más de 40.000 demandantes de asilo que se encontraban en situación de emergencia en Italia y Grecia, hacinados y saturados, sin poder cubrir sus necesidades básicas,personas que se han jugado la vida en el Mediterráneo, como los cerca de 3.000 que la han perdido en la travesía del Mar de las culturas.

Entre tanto,  en Bruselas, como en un bazar,  los ministros de Interior de la UE de cada país, y España no ha sido precisamente una excepción, más bien lo contrario, han regateado el compromiso de sus países para resolver el drama de un número de personas  que no llega a representar el 0,007%.

Pero ha sido precisamente Alemania (y su canciller Angela Merkel) el país, que gracias a la actitud de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, nos está dando un ejemplo al resto de los europeos por nuestra vergonzosa pasividad frente a este drama de los refugiados que llegan a Europa.

Deberíamos sentir envidia de ese ¡Alemania, Alemania! de la boca de los hombres, mujeres y niños refugiados, que se oye en las estaciones de tren de Budapest y de otras ciudades europeas, como un grito de esperanza, de la valentía de la canciller al visitar un conflictivo centro de refugiados, que  mirando a los ojos de manifestantes que la acusan de traidora, afirma: "No puede haber tolerancia con quienes cuestionen la dignidad de otra gente…No hay tolerancia hacia quienes no están dispuestos a ayudar, cuando, por razones legales y humanitarias, la ayuda es debida”.

Envidia de ver que la mayoría de la ciudadanía alemana apoya la política de solidaridad con los refugiados, como refleja una reciente encuesta de ZDF donde el 86% de los encuestados dice concebir a Alemania como “un país de inmigrantes” y un 60% afirma que su país podría ser capaz de acoger a los refugiados.

Envidia del papel activo que están teniendo la mayoría de los medios de comunicación alemanes en favor de la solidaridad con los refugiados, de  ver en las pantallas de nuestros televisiones a miles de alemanes en Dresde manifestándose para dar la bienvenida a los refugiados y desafiar a los neonazis que con su violencia intimidadora tratan de espantarlos, de esos balcones de tantas viviendas alemanas con pancartas de “bienvenidos los refugiados”, de las pancartas de apoyo y ánimo a los refugiados que se han visto en los estadios de fútbol este fin de semana, de los aficionados del Borussia de Dortmund que invitaron en su último partido a 220 refugiados a su estadio para expresar la bienvenida a la ciudad.

Envidia al ver el video de la selección alemana de fútbol donde afirman "Por supuesto que el tema nos concierne. Es importante para nosotros dar ejemplo. Debemos ponernos al frente como futbolistas, como selección alemana", "Somos personajes públicos, tenemos el deber de hacer algo... Como uno de los países más ricos del mundo estamos en la posición de ayudar". O la convulsión en las redes sociales de ese país, como el hashtag/refugeeswelcome, agitando y movilizando la solidaridad o ‘Flüchtlinge Willkommen’ ("Bienvenidos refugiados"), la  red para  poner en contacto a ciudadanos alemanes con habitaciones libres y personas refugiadas en busca de asilo. Envidia de la iniciativa que han impulsado algunos bares y cervecerías  con etiquetas y posavasos con el lema "no hay cerveza para los racistas".


Cuántos minutos de silencio más tendremos que seguir haciendo en memoria de los muertos encontrados en un camión de la autopista o por los centenares de cadáveres flotando en las aguas del Mediterráneo. Cuántas portadas más como las del cadáver de ese diminuto niño en brazos de un policía en una playa de Turquía, para decir basta a la "globalización de la indiferencia". Cuanto tardaremos en movilizarnos, porque el mundo no está lejos como dice Mafalda, sino que está aquí, cada día y cada noche con nosotros, para exigir y aportar soluciones. Por esto sí valdría la pena, gritar: ‘España, España, Catalunya, Catalunya’.

viernes, 28 de agosto de 2015

Catalunya, sus dos mundos y el 27 - S

Que Catalunya y los catalanes somos especiales, es un hecho irrebatible, no solo, porque, como dijo Francesc Pujols (1882-1962) y repetía el pintor Salvador Dalí, ‘llegará un tiempo en el que los catalanes, por el solo hecho de serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado’, ni por el hecho que cada mes celebremos una efemérides o cada trimestre se afirme ‘que vivimos un nuevo acontecimiento histórico’. Ni tampoco porque tengamos tantas cosas que son más de lo que son, como el Barça más que un club, Montserrat más que una montaña, el Palau de la Música más que un auditorio, TV3 más que una televisión o La Caixa, mucho más que una entidad financiera. 

Somos tan especiales que dos importantes y muy respetables entidades, como Asamblea Nacional de Catalunya (ANC) y el Omniun Cultural, también son más de lo que son, aunque ambas juntas cuenten con menos de la mitad afiliados que cualquiera de los dos sindicatos, CCOO o UGT, en Catalunya. Así que cuando hablan o entran por la puerta de las instituciones, para algunos medios de comunicación y para las propias instituciones, son nada menos que la voz y la representación de la sociedad civil catalana.

Somos tan especiales que desde hace unos años convivimos dos mundos tan distintos que si los midiéramos por sus estados emocionales y sus percepciones, bien podrían parecer que habitan en galaxias distintas. Dos mundos, el independentista y el que no lo es, conviven sin prácticamente fricciones en la cotidianidad de la familia, del trabajo o de las amistades, algo que debe decirse y reconocer para acallar algunas las alarmas malintencionadas. Dos mundos diferentes, no porque cada uno de ellos pertenezca a diferentes estamentos y clases sociales o respondan a ideologías distintas, sino porque sienten urgencias y preocupaciones distintas dada su posición favorable o no a la independencia de Catalunya.

Por una parte, el mundo independentista, hipermovilizado y lleno de emociones, con la sensación de estar viviendo en plena y constante excitación colectiva. Un mundo formado por personas y colectivos que se sienten protagonistas de la historia pues han encontrado la explicación a sus males: más fácil que la tediosa lucha de clases o la confrontación de modelos económicos, sociales e ideológicos en los que se dividen las sociedades modernas y democráticas. Más fácil y movilizador, hoy, aquí, fuera de aquí y siempre a lo largo de la historia, por  haber encontrado la solución a estos males: un enemigo común.

Todos juntos movidos por la fuerza motriz del patriotismo: ricos y pobres, derechas e izquierdas, los  trabajadores y sus empresarios. Todos juntos, cargados de emociones sanas, nobles, llenos de ilusiones, viviendo en comunión ese momento trascendental de sentir un sueño, sobre el que gira y ha girado desde hace meses toda la vida social, mediática, política e institucional en Catalunya, como un circuito cerrado, retroalimentándose de sus propias redes sociales, de sus medios de comunicación, de sus imágenes, de sus noticias, de sus informes económicos, de su revisión de la historia, etc.  

Y en la otra cara de la luna, como en otra galaxia que está a años luz, el  otro mundo, la otra mitad, más o menos, de la sociedad catalana escéptica e incrédula que asiste distante a la excitación social que viven algunos de sus conciudadanos y la mayoría de las instituciones públicas catalanas. Ese otro mundo, el de catalanes y catalanas que viven con indiferencia las banderas esteladas en los balcones, en las rotondas o en el ayuntamiento de su pueblo o ciudad. Ciudadanos y ciudadanas que ni ven, ni oyen, ni leen los medios de comunicación independentista, que viven su cotidianidad ausentes de las efemérides y de esos grandes hechos históricos que dicen están sucediendo día a día. 

Dos mundos, que vivirán la próxima consulta electoral también de forma y movilización muy diferente, pues para el mundo independentista, estas elecciones son, también, más que unas elecciones: son un plebiscito y la última oportunidad, hasta la próxima,  para romper con el pasado y abrir la ventana a un nuevo amanecer. El 27 de septiembre para el mundo independentista es el primer paso para poner los cimientos de un nuevo estado independiente, dicen más justo y más moderno, más rico e  innovador, más social, más todo,

Por el contrario, para el no independentista menos movilizado, este 27 de Septiembre, es sólo, pero nada menos, el momento de evaluar la gestión del gobierno de Artur Mas y elegir quién gobernará y con qué políticas se gestionará la sanidad, la atención a las personas en situación de dependencia, el medio ambiente, la enseñanza, la vivienda, los derechos sociales, las políticas de igualdad, etc. 


Pero, lo más previsible, según sea el resultado electoral, en la noche del 27 de septiembre, es que una parte de la sociedad catalana podrá añadir una efeméride más a su particular calendario para seguir soñando, como puede soñar que está volando el que se tira del piso 90 antes de llegar al 2º piso. Para luego seguir, que no ha sido nada, hasta que llegue el famoso y anunciado choque de trenes. No vaya a suceder que se les joda el invento  porque al final fuera a triunfar la opción, que de verdad es muy mayoritaria en Catalunya (Metroscopia junio 2015), de una Catalunya formando parte de España reformada, pero con nuevas y garantizadas competencias, ya que Catalunya es mucho más, por suerte, que los intereses, en el fondo tan parecidos, que representan los señores Aznar y Mas. 

lunes, 20 de julio de 2015

¿Para qué? La independencia de Catalunya o una España en común.

En la formación para obtener la certificación internacional de coach, una de las primeras lecciones es conocer el valor de las preguntas y su capacidad para colocar a las personas en distintos procesos mentales. Se puede comprobar en dos preguntas que en apariencia parecen similares en la forma y sin embargo colocan a quién responde en direcciones temporales opuestas. Me refiero a ¿por qué?  y ¿para qué?.

El “por qué” lleva a buscar explicaciones históricas o  justificaciones condicionantes. El “para qué”, en cambio, nos lleva a un pensamiento totalmente diferente, nos despierta y traslada al futuro. El “por qué” suele ser más fácil de responder, es mirar atrás para encontrar las causas que nos han conducido a este momento. El “para qué” nos coloca en un espacio creativo que responde a un propósito, a  una razón de ser.

Precisamente en la respuesta a estas dos preguntas se observa el hábil y profundo cambio que Artur Mas ha imprimido en los últimos meses en su mensaje a los ciudadanos en entrevistas y discursos. Ha pasado de argumentar la independencia de Catalunya centrada en un mensaje cargado de razones pasadas, de identidades y derechos históricos, a un mensaje centrado en la respuesta a la pregunta de "para qué" la independencia. No hay por ello conferencia, entrevista o discurso de Artur Mas que no esté lleno de referencias a esa futura Catalunya independiente semejante a Dinamarca, Austria, Finlandia, incluso Israel, en innovación, Estado del Bienestar, educación, formación profesional, estructura industrial, o al I+D. 

Un mensaje que le permite a quien ha gobernado durante décadas Catalunya (y en parte, con su voto a los diversos gobiernos, también España), justificarse y deshacerse aparentemente de sus responsabilidades sobre las muchas y graves deficiencias y retrasos que padece hoy Catalunya en todas estas y otras materias. Justificación que obvia toda responsabilidad de las clases dirigentes catalanas en los déficits en medio ambiente, atención a la dependencia, formación profesional y educación, en el elevado desempleo, la deficiente estructura industrial o el retraso en I+D y, por supuesto, también en la corrupción, al presentar cuestiones tan graves como si su única razón estuviera en que los catalanes no hayamos podido desarrollar nuestras potencialidades de autogobierno al estar condicionados por el Estado Español. 

Ahí reside hoy la fuerza del discurso de Mas y a la vez la debilidad de aquellas fuerzas políticas que se oponen a la aventura de la independencia, dado que hasta hoy éstas solo han sido capaces de confrontar y oponerse desde el "por qué", casi exclusivamente desde razones jurídicas y constitucionales o de viabilidad que, por muy lógicas y racionales que puedan ser, nunca tendrán la fuerza que sería capaz de generar si respondieran al "para qué", con la visión y el proyecto de una Catalunya real y posible en una España renovada y moderna, capaz de respetar y explotar todas sus fortalezas de nuestra riqueza y pluralidad en Europa y en el mundo global. 

Responder a la propuesta de la lista de Artur Mas desde la visión de la pregunta "para qué seguir juntos Catalunya y España” y poder responder desde la defensa de un sólido, rotundo y posible proyecto de una España reformada y mejor que permita transportar y movilizar a todos aquellos ciudadanos y ciudadanas catalanes y españoles que defienden una sociedad más justa y un país con mejor formación, con más y mejor empleo, con mejor Estado Social, más industria e  I+D, etc.

Ahí esta hoy el campo de confrontación de propuestas y discusión entre el si y el no a la independencia de Catalunya que propone Artur Mas. La confrontación no está entre aquellas fuerzas que defienden el derecho a decidir y la soberanía y las que no, esta lección o esta pantalla, como se dice hoy, pertenece al pasado curso o en todo caso el examen no es en este septiembre. 

Hoy el dilema está entre quienes apuestan por estar juntos o separados, en común o no. El debate real está, se quiera o no reconocer, en el sentido plebiscitario del próximo 27 de septiembre y más allá de las leyes y legalidades. ¿Quien será capaz de responder y emocionar desde la misma pregunta del  "para qué"?.



sábado, 4 de julio de 2015

¿Política sin partidos?

Es una evidencia irrefutable que España está viviendo un shock emocional, estético y, sobre todo, mediático, que anuncia un profundo cambio en las formas de hacer política. Sólo hay que observar la convulsa vida de los partidos políticos para comprobar que casi todos ellos disimulan sus siglas y difuminan su historia, usando en sus debates la reflexión común de reinventarse, refundarse, repensarse o incluso, en algunos casos, disolverse. 

Asistimos a la paradoja de que la no militancia política, ‘el independiente’, es exhibida por los propios partidos y candidatos como un mérito a la hora de presentarse a las elecciones políticas y formar parte de candidaturas, frente al afiliado y al militante. El súmmum de esta paradoja es la reciente propuesta del Oriol Junqueras (ERC) que propone ‘una candidatura sin políticos para las elecciones políticas catalanas del 27 Septiembre’ lo que, de concretarse, bien merecería entrar en el Libro Guinness. De igual forma, nos hemos acostumbrado a oír la primera persona del singular en los discursos de los dirigentes políticos en sus compromisos electorales, proyectos y decisiones de gestión,  como si no hubiera nada detrás de ellos y todo dependiera de la opinión y voluntad del cabeza de lista o del líder de la organización.

Mucho han cambiado las formas de hacer política desde las fuerzas políticas. Hasta ayer, sus militantes y simpatizantes vivían la política con un arraigado sentido colectivo y orgánico, desde la visión de transcendencia que proporciona trabajar y militar, para ‘anticipar el futuro’ para un modelo social. Hoy se impone el personalismo frente al colectivo y su organización. Se entiende que el éxito o fracaso de una candidatura responde esencialmente a la popularidad, la capacidad de identificación y la empatía que puede generar el candidato o candidata famoso, aunque sea improvisado (una monja, un catedrático, un torero etc.), más que la coherencia del programa que representa y más allá de la solvencia del partido que la sustenta. Algo así hemos visto con mucha fuerza en las elecciones del pasado 24 de mayo y mucho más lo estamos viendo en el trajín de la preparación de las elecciones catalanas del 27 de septiembre, o en las futuras elecciones generales.

La coherencia de los programas electorales y la credibilidad de sus propuestas no han sido, ni es previsible que lo sean en las futuras elecciones, los protagonistas en las campañas electorales, ni el eje de la discusión entre las candidaturas. El protagonismo ha girado esencialmente sobre comportamientos, emociones y pasiones. Por esto, por poner un ejemplo, se ha asumido y  no ha sido traumático para los votantes de la candidatura de Ahora Madrid que, en menos de quince días de tomar posesión del cargo Manuela Carmena, anunciara con nobleza y sin falsas excusas que  ‘renuncia a crear un banco público como iba en el programa de Ahora Madrid porque no era viable’, afirmando sin complejos y con absoluta claridad, que entiende el programa electoral como un conjunto de sugerencias englobadas en torno a grandes objetivos como son la igualdad, la lucha contra la corrupción y la transparencia.

Es una evidencia que una parte muy importante de la sociedad y sus electores ha depositado su voto respondiendo a la emoción y buscando una referencia y un ejemplo de ética social, valorando y juzgando los comportamientos personales más que el contenido y el cumplimiento del programa electoral. Por ello es tan determinante para su credibilidad viajar en metro, reducir el número de asesores y el criterio a la hora de contratarlos, la bajada de los salarios, y todo aquello que exprese otras formas de hacer y vivir la política.   

El discurso emocional, la simbología, la ambigüedad, los grandes conceptos abstractos que han generado energía social y  que alimentan sentimientos, priman sobre la definición programática. Y la batalla política actual  trata más sobre comportamientos y emociones que sobre programas, por lo que podríamos afirmar: ‘El combate no es por el centro, es por el corazón, el auténtico centro de la política’ (A. Gutiérrez Rubí). 

Lo importante es que los beneficios de este cambio que responde al ajuste de cuentas a décadas de política burocrática, de partidos cerrados y aislados de sus votantes, aporten renovación, oxígeno y participación de nuevos sectores en el compromiso por la cosa pública no sea a costa de destruir o debilitar a los partidos políticos y menos aún sea cruel e injusto con los miles de personas honradas que han trabajado en la política dando lo mejor de sí con profesionalidad durante décadas–. Esta positiva pasión por la política, además de beneficios, aporta el riesgo de que se trate sólo de formas, gestos y maneras, porque de ser así, sólo nos quedaría la política pasional dirigida por personalidades, que no es precisamente lo mejor para afrontar los grandes retos que debemos resolver como sociedad y país. 


miércoles, 24 de junio de 2015

El ´Piano del lavoro´, (CGIL) una experiencia de la que aprender

El primer sindicato italiano, la  CGIL, presentó una iniciativa hace más de dos años con el nombre de ‘Piano del Lavoro’ (Plan por el Empleo), que resulta una potente ofensiva sindical, social y política. Merece prestarle atención pues está siendo capaz de movilizar a una parte muy importante de la sociedad italiana en torno a su objetivo principal, conseguir aumentar el empleo y reducir la desigualdad a través de la innovación (1).

En torno a esta iniciativa están girando centenares de asambleas, reuniones de trabajo, mesas de negociación y seminarios por todo lo ancho y largo de este país, y en gran medida, se inscribe en la misma estrategia del "Nuevo Plan Marshall" que hace ya varios años el sindicato alemán DGB viene proponiendo, o el Plan Extraordinario de la Unión Europea para el crecimiento y el empleo que la Confederación Europea Sindicatos (CES) reitera que constituyen las políticas necesarias para remontar la crisis crear empleo.

El ‘Piano del Lavoro’ responde al firme convencimiento de que en Europa es necesario un New Deal que impulse el desarrollo y el empleo, pues no serán las conocidas políticas de austeridad quienes nos ayudarán a salir de la crisis, más bien lo contrario. Esta valiente iniciativa sindical recuerda, y en parte se inspira,  en aquella que con el mismo nombre ‘Piano del Lavoro’, lanzó, al final de la Segunda Guerra Mundial, Di Vitorio, secretario general del sindicato CGIL, con el objetivo de reconstruir el país y renovar sus infraestructuras (de la construcción, de las eléctricas, carreteras, infraestructuras ferroviarias e hidrogeológicas etc.), y volver a unir un país devastado. 

No es exagerado afirmar que en algunos países vivimos situaciones de clara emergencia, si atendemos a los niveles de desempleo y en especial al desempleo juvenil. Este Plan es una iniciativa que adquiere especial valor en unos tiempos tan necesitados de nuevas ideas e iniciativas capaces de innovar la acción sindical y que en muchos aspectos puede ser una buena experiencia de la que aprender. 

La primera, es la importante movilización que está consiguiendo implicar a amplios sectores de la sociedad italiana y a sus fuerzas económicas, institucionales y sociales, creando centenares de mesas de diálogo y negociación, generando ideas e iniciativas a poner en acción  en los diversos sectores productivos y en las empresas. Y que está impulsando el diálogo social descentralizado en ayuntamientos, universidades, gobiernos regionales, distritos industriales etc., dirigido a estudiar iniciativas y respuestas centradas en la creación de empleo, a comprometer prioridades y esfuerzos dirigidos hacia la innovación y el crecimiento económico.

La otra lección de esta potente iniciativa que es el ‘Piano del Lavoro’, es su fuerza multiplicadora por haber conseguido articular en torno al objetivo común de la innovación y el empleo, a diversos actores sociales, políticos e institucionales. Una realidad muy difícil de conseguir en España, donde la norma es la falta de coordinación entre nuestras instituciones y administraciones públicas, y la  constante ausencia de un eje vertebrador a la hora de desarrollar y construir políticas industriales. 

Nos enseña también lo importante y útil que puede llegar a ser un referente común en torno al que articular las diversas iniciativas y propuestas para las distintas mesas de diálogo y negociación, sean de negociación colectiva en las empresas o sectores, sean con los gobiernos  locales, autonómicos y central, para garantizar que lo que se acuerda sume y se potencie entre sí, y que las iniciativas y los esfuerzos se complementen como la única forma de multiplicar los resultados.

El ‘Piano del Lavoro’ se propone ser un motor de corresponsabilización social y participación de las fuerzas económicas, institucionales y de investigación en los territorios, y es una buena iniciativa, que nos recuerda, una vez más, que el trabajo es la verdadera riqueza, y el desempleo la vergüenza de las naciones. Y que es urgente un cambio de política en Europa porque necesitamos el tan reclamado Plan Extraordinario para el crecimiento y el empleo para los millones de jóvenes sin empleo. 



viernes, 12 de junio de 2015

12 de Junio, Día Mundial contra el trabajo infantil

"Ya no temo al patrón, él me teme a mí" (Iqbal Masih)


El 12 de Junio es el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, fecha en que la Organización Internacional de Trabajo (OIT) pone en primer plano la situación en la que viven y trabajan en el mundo más de 120 millones de niños y niñas de 5 a 14 años. En lugar de estudiar y jugar en la escuela y en los parques, fruto de la pobreza de sus padres, son explotados trabajando en condiciones inhumanas para obtener su sustento y el de sus familias. Niños sin infancia, que nos enseñan la cara más cruel del injusto reparto de la riqueza y  de una sociedad llena de desigualdades y conflictos, que obligan a centenares de miles de familias a huir de la inseguridad, física y económica. 

Este día Contra el Trabajo Infantil es una buena ocasión para recordar a Iqbal Masih, el niño pakistaní de 12 años que murió asesinado por los mercenarios pagados por los fabricantes de alfombras de ese país el 16 de abril de 1995, ahora hace 20 años. Iqbal Masih, cuando apenas tenía cinco años, fue vendido por su padre por 16 dólares a una fábrica de alfombras para poder pagar la boda de su hermano mayor. 

El Frente de Liberación del Trabajo Forzoso consiguió su libertad cuando Iqbal tenía diez años, y se convirtió en un activista y líder de otros miles de niños y niñas en la lucha contra la esclavitud. Fue el presidente de la sección infantil del Frente de Liberación del Trabajo Forzado de Pakistán (BLLFP), y muy pocas semanas antes de su asesinato, recibió el Premio Reebok de Derechos Humanos.

Ese niño, que de mayor quería ser abogado, luchó contra la esclavitud de unas condiciones de trabajo y de vida que él conocía bien por ser muy parecidas a las de otros miles de compañeros suyos, y su lucha no fue inútil. El alcance  mediático de su muerte y las fuertes movilizaciones de protesta en las calles de la India y Paquistán de niños descalzos, marcaron un antes y un después en la conciencia social mundial frente a la explotación infantil.

El conocido grito de Iqbal: "Ya no temo al patrón, él me teme a mí", resume el sentido de su lucha en la organización  de otros niños esclavos y su participación en campañas internacionales de apoyo. Una lucha que pocos meses después de su muerte se tradujo en nuevas y potentes iniciativas por todo el mundo contra la explotación infantil, como las amenazas de bloqueo de muchos países al comercio de objetos fabricados con trabajo infantil. Esto a su vez consiguió poner en marcha  proyectos de acción solidaria destinados a pagar a los padres pobres y ofrecerles otras alternativas que mandar a sus hijos pequeños a trabajar a las fábricas de alfombras, cristalería o ladrillos, minas etc.

Han sido muchos los avances que se han vivido en este campo, desde el asesinato, hace veinte años, de este joven luchador y sindicalista. Han  sido, y hay que decirlo bien alto, muy importantes los avances en la conciencia social y la lucha por erradicar una de las peores formas de explotación y abuso, que pone en peligro la salud, la seguridad y la educación, y que atenta a la más elemental  dignidad de las personas y  de toda la humanidad.

Queda mucho por hacer, empezando porque los Estados cumplan con las promesas que hacen en las convenciones y declaraciones internacionales, como dedicar mayor cantidad de recursos y atención a los planes de acción o incrementar el nivel de apoyo local, nacional e internacional para lograr una educación gratuita, obligatoria y adecuada a la que tengan acceso todos los niños y niñas. 


El Día Mundial Contra el Trabajo Infantil ha querido centrar el foco a exhortar a los Estados a respetar y hacer respetar las convenciones y leyes existentes sobre trabajo infantil y educación. Y en 2015 de manera muy especial, en conseguir una educación de calidad gratuita y obligatoria. En este día en el que la OIT  nos llama a la acción,  miremos hacia atrás para recordar, a los niños y niñas, hombres y mujeres, que desde diferentes frentes, sindical, social, económico, religioso o político, han luchado por impedir la explotación infantil. Y a ese niño héroe, que cuando tenía 12 años gritaba con razón: "Ya no temo al patrón, él me teme a mí" y  precisamente por eso, porque le tenían miedo, le asesinaron. 


martes, 9 de junio de 2015

El Celler de Can Roca, la fuerza de los valores para ser el número uno



Cuánta literatura, seminarios, conferencias y talleres para definir la misión y la visión de una empresa u organización. Cuántas presentaciones con citas de profesores de Harvard y power points con metáforas plagiadas para explicar los nuevos estilos de liderazgo o la innovación en la organización del trabajo. Cuántos libros de autoayuda en las estanterías que relacionan la importancia de generar compromiso con el éxito en las organizaciones. Cuántas declaraciones y discursos de cargos públicos sobre la prioridad de la formación permanente de los trabajadores o de convertir al ciudadano (cliente) en el centro de su razón de ser.

Sin ir más lejos, tenemos aquí, en Girona, uno de los mejores ejemplos de la excelencia en una organización como es El Celler de Can Roca. El mejor restaurante del mundo.

¿Qué explica esa excelencia y dónde están las razones y el secreto de su éxito? Si lo quieren saber lean el libro 'El Celler de Can Roca: generando valor en empresas de servicios', editado hace pocos meses por Librooks.

Lean el libro y conocerán un caso real en el que se muestra la importancia de saber valorar la tradición, como han hecho Jordi, Joan y Josep Roca. Cuidaron y respetaron el restaurante de sus padres: "no quisimos tocar el restaurante de nuestros padres por no originar un conflicto creando dos mundos que a la postre serían problemáticos". Comprobarán el valor de la humildad a la hora de construir la cooperación y la confianza con los proveedores como la mejor garantía de fiabilidad y calidad del producto.

El Celler de Can Roca es una experiencia real y cercana, un negocio tan material como es dar de comer a los demás. Enseña la importancia de invertir en innovación e investigación, con hechos tan reales como son las 12.000 horas dedicadas el pasado año. Nos muestra que la base de todo proceso de innovación es el inconformismo permanente. El inconformismo que permite promover el conocimiento interno y el intercambio de experiencias, activar el cuestionamiento de los  procesos y de los conocimientos adquiridos y provocar en la organización un estado de aprendizaje permanente.

Las razones que explican el éxito de este proyecto son muchas y profundas. Pero de todas ellas, la principal es el estilo de liderazgo y la gestión de las personas, que unido a un objetivo compartido constituyen  las bases imprescindibles que precisa todo Equipo de Alto Rendimiento. En algunas ocasiones, como en este caso, es tan simple como ser fiel a tus principios, tus orígenes y a lo que has aprendido de tus padres.

El liderazgo de los hermanos Roca conforma una dirección compartida por los tres desde la que afirman: "Tenemos la suerte de tomar las decisiones los tres y por unanimidad, tenemos que convencernos a nosotros mismos". Los tres opinan y colaboran en todo el proceso de generación de valor, a la vez que las responsabilidades están claramente determinadas: Joan en la cocina, Jordi a los postres y Josep en bodega.

Como en todo proyecto lo determinante para el resultado es cómo son tratadas las personas que lo componen y trabajan en él. Su éxito no se entendería sin su organización del trabajo y su gestión de las personas. Su excelencia no se entendería sin su arraigada filosofía de promover la participación de todos sus trabajadores más allá de la función o escalafón que cada cual tiene en la empresa.

Leyendo el libro de Carles Cabrera se entienden muy bien los porqués, las razones y el como una empresa familiar ha podido llegar a ser el número uno del mundo en su sector. Vemos como la razón principal, la que nos permite entender esta hazaña, la encontraremos en la fuerza que puede llegar a tener la visión y los valores en una empresa u organización.



Cuando esos valores, el ADN, como lo definen Jordi, Josep y Joan, son algo más que buenas palabras e intenciones. Cuando son valores compartidos, se obtienen resultados inalcanzables. Ya se definieron así hace 30 años en toda una declaración de principios: "Restaurante de estilo libre, de cocina en libertad, comprometida con la vanguardia, sin renunciar a la memoria de las diversas generaciones de antepasados de la familia dedicadas a dar de comer a la gente".